Pero este término no es del todo adecuado para mí. Porque aunque he vivido en muchas ciudades diferentes y también he pasado tiempo en Londres y Nueva York, soy un hijo de la naturaleza. Los lugares donde no se ve ni se oye un coche a lo lejos son los que más me gustan. Por eso rara vez hago mi „música de calle“ en una ciudad. Casi nunca me paro en el borde de la carretera cantando o cantando a gritos, a lo sumo una vez en una plaza de mercado. La mayor parte del tiempo busco caminos para hacer música. Por eso quizás debería llamarse „Wanderweg-Musikerin“. Sin embargo, también me gusta estar en un escenario „de verdad“ con sólidos músicos de jazz o participar en una jam session.